martes, octubre 13, 2015

La piel que no tengo




La muerte vino a verme a medianoche
desnuda
con un toallón en la cabeza
después de haberme usado el baño
para defecar posters

Posters de mujeres
con el culo y las tetas al aire
como los que hay en las gomerías
y fotos de bebés horribles
como los que nacieron
de las generaciones atolondradas
por la televisión
que veían He-man y los Amos del Universo.

Así desnuda se sentó a mi mesa
cenamos puchero
hecho con libros de autoayuda
que venden en las playas
tirados sobre una lona
a mediodía

Bebimos champagne
y sangre coagulada
envasada al vacío
en sobres de ketchup
para que las gitanas
no se la roben
de los supermercados chinos

Bebimos vino blanco
destilado de la orina
de viejas conchetas
que toman té y se hacen las finas
porque hablan todo con la "yyyye"
y dicen "yyyoping" "yyyonatan" "yyyael" "aniyyyaco"

y bebimos sopa fría calentada al vapor
de las fábricas
que contaminan el planeta


Ella se me insinuaba
acariciando sus huesos

Se levantó y vino hacia mí
con los ojos profundos
inexpresivos
huecos
como los de los empleados públicos
a la hora en que no hay nadie
y no quieren atenderte

No atiné a levantarme

Ella pasó sus manos frías
por mi cuello
y me susurraba al oído
marcas japonesas
de electrodomésticos
que no entran al país

Yo también estaba desnudo
(y tuve una erección)

Y comenzó a recitarme
poemas obscenos
de Teresa Parodi, de Carlos Monzón
y de la Madre Teresa de Calcuta

Ella recorrió mi nuca
con sus dientes
impregnados en crímenes pasionales
en estados de emocion violenta
en asesinatos seriales
y en accidentes de tránsito
en las rutas

Y dejaba surcos
en mi piel
de donde brotaba una leche
de color amarillo verdoso

Se excitaba y transpiraba

Sus sudores fétidos
me alambraban
el cuerpo
envolviéndolo
como una baba
de crisálida

Me arrancó la piel
y los tendones
y se divertía
jugando conmigo
como una marioneta

Con un fibrón
escribió malas palabras
en mis músculos inmóviles
y los puso en el piso
para formar un inmenso
cadáver exquisito

Tomó mi esqueleto
entre sus brazos
y me desvirgó
con sus lágrimas
de ácido de batería de auto

Me dio un beso en la boca
y nuestros huesos
y dientes
se rasparon haciendo un ruido enorme
que despertó a los vecinos

Se alejó delicada

tímida

insinuante

Puso un disco de Charles Aznavour
"La piel que no tengo"

Fue a la heladera
desató un paquete de acelga
y puso con sensualidad
una hoja entre sus dientes

luego se desvaneció


Lo último que escuché
fue el ruido
de la puerta de calle.



Sadder

Fotografía: Joel Peter Witkin